El legado de la Dinastía Ming está en Zaragoza y CaixaForum quiere mostrarte su historia y costumbres más destacadas. Una exposición increíblemente bonita e interesante para todo tipo de públicos. Aprovecha la oportunidad de conocer el arte y la cultura de uno de los periodos más emblemáticos de la historia de China, conocida por sus avances artísticos, sociales y económicos.
Hasta el 11 de junio puedes descubrir esta exposición producida por la Obra Social ”la Caixa” y organizada por Nomad Exhibitions, en asociación con el Museo de Nankín (el primer gran museo nacional de China con más de 400.000 piezas). Presenta un total de 126 objetos como singulares cerámicas Ming, pinturas y obras de los artistas más prestigiosos de la época, exquisitas joyas, y textiles y obras de esmalte, dorado y porcelana que nunca antes se habían visto en España.
Además de la exposición, se ha preparado un programa de actividades que completan la experiencia del visitante:
- Ciclo de cine.
- Café-tertulia.
- Taller de caligrafía.
- Ceremonia del Té.
- Showcooking.
- Y mucho más.
La dinastía Ming dominó China durante 276 años. De 1368 a 1644, dieciséis emperadores de la familia Zhu gobernaron una población que pasó de 65 a unos 175 millones de personas. A lo largo de ese periodo, China acumuló grandes riquezas. Se dio a conocer en Europa como proveedora de artículos de lujo y como un lugar lleno de extraordinarios misterios.
El nombre chino de la dinastía, Da Ming, significa ‘gran resplandor’. El reinado de cada uno de los emperadores se conocía también con un nombre especial, describiéndose su personalidad. El periodo del primer emperador, Zhu Yuanzhang (1368-1398), se denominó Hongwu, es decir, ‘sumamente marcial’, un nombre que da fe de los orígenes militares de los Ming, que derrocaron a la dinastía Yuan instaurada por los mongoles en 1279.
La defensa contra el retorno de la dominación extranjera, especialmente de los vecinos del norte, los mongoles, determinó la forma de actuar de la dinastía Ming. Consideraban esencial contar con un gobierno central fuerte, unas comunicaciones eficientes y grandes ejércitos. También opinaban que era necesario recuperar los valores tradicionales chinos de la familia, la educación y la cultura, basados en la jerarquía y la estabilidad social.
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